La sal es ese “amigo” que precisamos tener lejos
Comer con sal es una costumbre que aprendimos desde pequeños. Pero en realidad, no es algo que nuestro organismo necesite.
Hoy quiero hablarte de la sal, ya que es un elemento al que solemos recurrir en muchas comidas (si no en todas), y en realidad no nos hace tan bien ni es tan inocuo como pensamos.
La sal de mesa es el nombre común que se le da al cloruro de sodio, un compuesto inorgánico.
Nuestro cuerpo reconoce los compuestos inorgánicos como un veneno que precisa disolver para que haga el menor daño posible dentro de nuestro organismo.
Estos compuestos inorgánicos, resultan indigeribles. Es decir, no se aprovechan.
En el mejor de los casos, cuando nuestros órganos de eliminación funcionan perfectamente, son eliminados tal cual han entrado en nuestro organismo.
Pero cuando nuestros órganos de eliminación no funcionan al 100%, estas sustancias son acumuladas en las partes de nuestro organismo que menos daño nos harán.
Y se quedarán ahí, a la espera de que se creen las condiciones adecuadas para poder ser eliminadas.
Así, se genera una retención de líquidos, por ejemplo.
Mediante una retención de líquidos, el organismo intenta disolver esa sustancia que nos está haciendo daño.
El objetivo es reducir el impacto negativo que podría llegar a tener dentro de nuestro cuerpo.
¡Ojo! Es cierto que sí necesitamos los minerales que conforman la sal. Pero no necesitamos la sal.
En cambio, para poder aprovechar esos minerales, el organismo necesita que provengan de alimentos vivos.
Frutas, verduras, frutos secos, semillas…
Todos estos alimentos tienen los minerales que necesitamos, y además, nos los brindan de la forma en que nuestro cuerpo puede aprovecharlos.
Solo podemos metabolizar los minerales si los ingerimos en su forma orgánica.
Por el contrario, cuando los minerales se encuentran en su forma inorgánica, se comportan como tóxicos en nuestro organismo.
Y se genera así una respuesta de nuestro sistema inmunitario, con el objetivo de disolver y eliminar dichos tóxicos.
Además, un consumo habitual de sal ocasiona deterioro y debilitamiento en nuestras papilas gustativas y oculta el verdadero sabor de los alimentos.
¿Te suena la frase “no me sabe a nada”, que solemos decir los primeros días que comemos sin sal?
Esto se debe a que nuestras papilas gustativas han sufrido modificaciones debidas al consumo de sal.
Y necesitan unos días para poder regenerarse y encontrar un nuevo equilibrio.
Comer con sal también provoca una estimulación y excitación general del sistema nervioso, que va debilitando al organismo.
Así mismo, puede generar adicción...
¿No te ha pasado que incluso sin haber probado un bocado, muchas veces “necesitas” ponerle sal a la comida para poder comerla?
La sal también afecta la digestión: estimula, irrita, inflama y endurece las membranas mucosas.
La sal es un antibiótico, un anti-vida
La sal es un excelente conservador: se usa en la conservación de los alimentos, ya que destruye sus bacterias y evita la putrefacción.
Esto explica también por qué nuestro organismo la reconoce como un veneno: así como destruye la vida a su alrededor, tiene el potencial de destruir las células del cuerpo también.
Y si te pones a pensar, en realidad, el que sea un tóxico a nuestro organismo, hace que no exista dosis diaria recomendada saludable: no precisamos dosis de tóxicos cada día, ¿o sí?
Si llevamos toda la vida consumiendo sal, alejarnos de esa costumbre y encontrar el verdadero sabor de los alimentos, nos puede resultar muy difícil en un primer momento.
Como te mencioné anteriormente, se precisa de una regeneración de las papilas gustativas y de las mucosas gastrointestinales para poder volver a conectar con el auténtico sabor de los alimentos.
En estos casos puede ser muy útil una depuración del organismo.
Al depurar nuestro organismo, se produce una potenciación del sentido del gusto de manera natural.
Con la depuración se restablece el equilibrio interno de nuestro organismo y además, las papilas gustativas se regeneran, lo cual permite identificar el sabor real de los alimentos.
Se abre así ante nosotros un abanico de nuevos (y recuperados) sabores.
No necesitamos dosis diarias de tóxicos.
En un próximo artículo, te hablaré más sobre la depuración del organismo.
Mientras tanto, te dejo el enlace a un artículo mío sobre el ayuno, que si bien es muy diferente a un plan depurativo, los procesos que se desencadenan dentro del organismo son similares.
No quiero despedirme sin brindarte alguna alternativa más saludable al uso de la sal.
Para sustituirla, te recomiendo que comiences incluyendo diferentes especias en tus comidas.
Otra alternativa es cocer tus guisos con agua de mar en vez de con sal.
Y mientras que haces la transición a comer sin sal, utiliza sal marina sin refinar en vez de sal refinada.
¿Conocías todo esto acerca de la sal?
¡Cuéntamelo!
¡Me encantará leerte!
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