Cómo integrar hábitos alimentarios sin fracasar en el intento
Como sabes, la nutrición también es un hábito.
Pero para que un nuevo hábito alimentario sea real y sostenible en el tiempo, es preciso tener en cuenta algunos factores.
Y por eso, hoy quiero compartir contigo un paso a paso muy sencillo que te permitirá integrar nuevos hábitos saludables sin tensiones y sin fracasar en el intento.
Lo primero a tener en cuenta es permitirnos estar el tiempo necesario en cada etapa.
No quieras, de golpe, comer mejor en todas las comidas, saber cómo gestionar tus emociones, dormir bien y comenzar a hacer ejercicio…
Querer realizar muchos cambios a la vez, resta fuerzas y energía para afianzarlos.
Y dispersa la atención, lo que hace que no seamos capaces de identificar en qué parte del proceso nos encontramos.
Si no respetas tus propios tiempos, y te saltas pasos, corres el riesgo de crear unos cimientos muy poco duraderos en el tiempo.
Así mismo, el perfeccionismo y la autoexigencia pueden estar “saboteando” tus intentos:
¿Te has marcado objetivos por encima de tus posibilidades reales? ¿Sientes que no avanzas si no lo haces todo perfecto?
Por otro lado, para que cualquier cambio que iniciamos sea perdurable en nuestra vida, es necesario que el disfrute esté presente.
Si te planteas un cambio en tu alimentación, pero solo lo haces porque has leído o escuchado que esa alimentación “es sana, que es lo mejor para ti”...
… terminarás imponiéndote el cambio como una obligación, te olvidarás de disfrutar, y eso te llevará a querer abandonar.
Con este paso a paso que voy a compartir contigo, vas a poder clarificar tu estrategia, identificar dónde te encuentras y también cuál es el siguiente paso que necesitas dar.
Es necesario que pases a la acción de forma realista: aquello que te propongas ha de ser alcanzable por ti.
Por ejemplo: si te propones dejar de comer chocolate de un día para otro, cuando en realidad el chocolate te flipa y es importante que esté presente en tu vida...
... entonces tu inconsciente encontrará la forma de que ese chocolate siga presente en tu vida.
Y esto puede traer consigo sentimientos de frustración y de culpa.
En cambio, si te planteas reducir su consumo, y te permites el espacio que necesitas para ir reduciendo la dosis...
... entonces vas integrando una nueva manera de relacionarte con el chocolate, y podrás llegar a reducir las cantidades de forma natural y realista.
Vamos con el paso a paso
Comienza por definir tu Gran Objetivo, tu Meta Final.
Ahora, subdivide esa Meta Final en pequeñas Submetas.
Una vez definidas las Submetas, es preciso dividirlas en Pequeñas Acciones.
Cuando lo tengas, revisa y modifica aquello que creas necesario.
Paralelamente a esto, crea un “Plan B” o incluso un “Plan C”, que te lleven al mismo objetivo. De esta manera, si algo falla, siempre tendrás otro recurso al que acudir.
Ahora que ya tenemos todos los pasos desmenuzados, ha llegado el momento de elegir la Primera Acción. Elige una única primera acción y llévala a la práctica. Y recién cuando la tengas integrada, pasa a la siguiente.
¿Sencillo, verdad?
Te dejo un ejemplo para que puedas verlo más claro.
Meta Final: “Comer sano”.
Pequeñas Submetas que te acercan a “Comer sano”:
a) Cuidar el desayuno;
b) Integrar más frutas y verduras durante el día;
c) Comer de forma consciente…
Y aquí, enumeras todas las Submetas que se te ocurran.
Ahora, toca clarificar las Pequeñas Acciones en las que dividir cada Submeta (para este ejemplo, elijo la Submeta a) “Cuidar el desayuno”).
Las Pequeñas Acciones que nos acercan a “Cuidar el desayuno”, pueden ser:
a) Disminuir el consumo de azúcar añadido;
b) Integrar más frutas en ese momento del día;
c) Esperar a sentir hambre para desayunar...
Y, otra vez, enumeras todas las Pequeñas Acciones que consideres.
Paralelo a esto, puedes crear un “Plan B”, para tener a mano por si alguna de tus estrategias no resulta como esperabas.
Un “Plan B” es un camino diferente que te permite llegar a esa misma meta que te has propuesto.
Ahora, es momento de elegir una primera acción, y ponerla en práctica.
Y cuando sientas que ya la tienes integrada, es decir, cuando sientas que ya te nace de forma natural, es momento de pasar a la siguiente.
Y así sucesivamente, integrando una acción por vez, hasta llegar a esa Gran Meta final.
Si te planteas hacer muchos cambios a la vez y eliges muchas acciones juntas, corres el riesgo de sentirte abrumado/a y querer abandonar.
Ten presente que, como todo lo que haces en tu vida, un nuevo hábito requiere de tu compromiso y de tu constancia.
Es muy importante que, si realmente eso es lo que quieres, te mantengas firme ante las adversidades, las dudas, los obstáculos, las crisis.
Recuerda ir paso a paso y permitirte el tiempo necesario para cada etapa.
Hay quien afirma que son 21 días sin fallar ni uno los que se necesitan para integrar esa nueva conducta en nuestro inconsciente y que nos resulte natural.
Yo más bien pienso que se necesitan meses de constancia para que eso suceda.
Y que te puedes “permitir fallar” en el proceso, porque todo forma parte de tu camino y de tu aprendizaje.
¿Tú qué crees?
¿Conocías este paso a paso?
¿En qué parte del camino te encuentras?
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